Barajo los naipes,
lanzados por la existencia;
hago mi jugada azarosa-prediseñada,
así la estructura vital es regada;
con mi sello de prisma, rebotando
el rayo verde-estelar, proyectando
una gama de óleos fluorescentes
hacia la realidad.
Rasga mi piel la espina de un rosal,
al intentar desmalezarlo;
me desangro en poemas
sobre las páginas de la Eternidad,
en ocasiones los canto
a mis amigos, al viento,
en la circularidad;
allí fluyen, como una ofrenda
al pasar del tiempo;
una oración oracular cayendo,
de las estrellas hacia la Tierra,
hacia las raíces de mi mente;
decodificaré el mensaje
que trae este escarabajo,
si logro conectarme
a su alado micro lenguaje;
se sentirá protegido en mi brazo
de las calandrias que rondan el parque,
acechando a los grillos “topo”,
insertos en la Madre Pacha;
verdaderos retazos de sus pensamientos,
encarnados en insectos trabajadores-guerreros;
células de esta gran mente-cuerpo,
como cada ser-ente, viviendo
para el sacrificio de la totalidad;
el horno de reciclaje, que escupe
colores nuevos en el devenir;
todo vuelve a transcurrir
con renovados acrílicos,
en la paleta de preparados sin fin,
que se derrama sobre la negrura,
escribiendo el cuento incompleto
para los lectores-escribas por venir.
Seba Muzzio.
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