jueves, 9 de abril de 2020

Río Paraná



El brillo,
de los bordes del Sol,
recorre mi interior,
hace que florezcan
los capullos de la imaginación;
en las costas,
del río de mi corazón,
veo hojas secas volar
cómo mariposas cayendo
en el cauce marrón;
haciéndose parte,
integrándose
a sus fibras acuosas
de puro amor.

  Seba Muzzio.

Casa en la isla.



El alma solar
fluye en tu mirar,
me alimenta,
borra mis rincones
de oscuridad,
germina soles
en mí interioridad;
sustrato animal
para un ser verde-estelar,
que se desdobla
y salta al bosque para retornar
a su origen, su lugar;
jugar, trabajar con las plantas,
con los árboles;
construir un hogar,
calidez multiversal   
concentrada en la salamandra
y dos llamas que, en un abrazo,
se hacen uno con la Pacha.

 Seba Muzzio.

Nirvana.



Organismo Humedal,
bote-tierra para mí soñar;
jugar por tu cuerpo
de arcilla y Sauce,
aclararme en tus venas
de riacho y trance;
vislumbrando la imaginación
hacerse carne
cuando, con los pies en la arena,
miro al fuego desencadenarse
en almas destellantes.

  Seba Muzzio.

Con el A1 en la Laguna "La Carlota"




En la proa de mi ser
crece una laguna
repleta de plantas acuáticas del Paraná:
florecen camalotes
por los riachos del corazón,
mimosas y salvias de río brotan
en las orillas de la mente,
se despliegan capullos de irupés
en el núcleo de la imaginación,
aldeas de estrellitas del agua florecidas
por los confines del inconciente.
Esa porción de Humedal, que habita en mí,
es dirigida por un grupo de ranas;
que trabajan cantando
cuando llueve y sale el Sol.

 Seba Muzzio.

Casita de duendes



Si miro para adentro,
mis hojas secas
cayeron;
ahora, brotan verdes,
nuevos sentimientos,
nuevos  pensamientos
de felicidad.
Mis amigos, los duendes,
llenaron el botellón,
me lo obsequiaron
cargado de amor
y energía mutual;
chinches
y mariposas monarcas
vinieron a saludarme,
mientras hacía transplantes
de plantas aliadas,
muy sabias.

En un bosque del río Paraná
mi alma fructificará,
mojada por su Agua,
por las manos del Sauce
acariciada;
saldrá a volar
junto a las águilas del Humedal;
si el pintor Raúl Dominguez
retratara este momento,
sería todo como un cuento
sin comienzo, sin final,
siempre  ocurriendo.
Eso fue
lo que dos cigüeñas,
cantando, me dijeron.      

  Seba Muzzio.

Compañeros poetas.



Lo que dice sin decir
será la meta, será el fin
desde dónde surgiremos;
me aconsejaron,
mis amigos poetas.
Con manos abiertas
tomé sus palabras,
con un beso de letras
agradecí.

Los quiero ver brillar
en sus creaciones diagramadas
o espontáneas;
juntos
realizar una obra maestra
de aventura y belleza,
un círculo
que se retro-alimenta.

 Seba Muzzio.

Mate y río



Estrellas fugaces
se deshicieron en mi mate,
aromatizándolo.
Gusto y perfume cósmico
en la infusión; poderosa
poción se formó.
Verde-estelar,
alimenta mi máquina
corporal
con su espíritu
de Eternidad.
 Seba Muzzio.

lunes, 6 de abril de 2020

Lugar de disfrute



Las lechugas de agua llegaron a la costa
empujadas por la corriente,
el río las mantiene allí,
formando un jardín flotante.
La costa, resquebrajada por las crecidas,
por las bajantes, denota:
en su primera capa, arcilla pura
que en terrones cae;
más arriba, arena mojada
sosteniendo a la playa;
de finos cristales pedregosos,
amarilla-azúcar a mis pies relaja
y cuando suba esa pendiente soleada,
encontraré a los árboles
amenizando el parador
con la sombra que generan sus copas;
hay Sauces, ceibos, un jacarandá, timbós y curupíes;
al lado, las mesas, las sillas y las parillas;
luego, hay césped hasta llegar a la arbustada
que bordea a una gran laguna,
portón hacia el Humedal,
puerta la inconciente,
portal a los sueños,
al otro lado de la mente.
 Seba Muzzio.


Atardece en el Charigüé



Río Paraná te miro:
el tapiz del cauce es tu piel moviéndose,
ondeando la tarde;
pura agua y sueños, germinando, arrastra
tu cuerpo líquido con alma ramificada,
las semillas de lo que será mañana una nueva planta:
un girasol o una acacia;
tu voz renovada por el Sauce y la playa,
mi ser alineado por un amanecer coloreado
celeste-azulado-naranja;
tu manto aquietado en la madrugada,
marrón, ondulándose a nuestra comarca;
hogar en la costa u hogar islero,
paz ribereña, música de pájaros;
que sea, disfrute completo. 
 Seba Muzzio.

Remarla



Diseño mágico para investigar, aprovechar el Humedal;
agua, tierra, aire y verde, fuego para calentar,
cocinar entre amigos. Amores de charla y vino,
de estrellas fugaces y destino creativo.
Es este bote simple, calculado para remar, llevarnos por el rio;
energizar nuestras arterias y después, en ritual, la totalidad.
Brazos de remos, cuerpo de madera o plasticidad
del pensamiento.
Sentimiento de complementar con las aves acuáticas y el camalotal;
con los habitantes isleros hablar, casi hervir la pava para el mate,
aguardar el atardecer como un evento social de los que están;
prepararse para la ocasión festiva-única en la Eternidad;
una laguna oficia la ceremonia, las ranas musicalizan el momento,
a brindar por la continuidad y el remo.
  Seba Muzzio.

La Fábrica del Sauce.



La Fábrica del Sauce será un lugar para volver a jugar,
sintonizar con el ser, ver claro con los ojos, claro con el alma:
para adentro y el entorno, hacia las estrellas y en los microcosmos;
como el de esta corteza, hogar de arañas,
con manchas verde flúor que en la noche brillan,
mientras cuidan sus crías, madurando en la madera para nacer;
estas son algunas vecinas de nuestro recinto-hogar-planta generadora,
otras, son una familia de lechuzas que anidan hace rato en un árbol,
forjaron un castillo de ramas, telarañas y mucho más.
Este es el país de la hormiga y del Sauce,
junto a él forjamos la Fábrica.
 Seba Muzzio.

Mi oficina.



Junto las ramitas desperdigadas de mis sueños,
sobre el pasto siguen despiertos;
retazos de Sauce secándose, pedazos del alma transmutando;
pueden brotar o hacerse parte del sustrato de tierra, de la gran Madre;
en ellas viajo hacia las profundidades,
siento la frescura de la sustancia terrosa abrazarme,
su plenitud de raíces dibuja caminos para atravesar chances.
 Seba Muzzio.

Podría.



Podría pintar un jardín con una huerta fructificada,
cada una de sus plantas,
colorear la savia para cuando fluya a través de las hojas mirarla,
dibujar los pájaros bajando a investigar la tierra removida,
pero no sería capaz de preparar el acrílico de las ganas,
para meter mano en la Madre Pacha;
hacerme parte del verde reinado de las almas retornando,
disfrutar sus sabores, sus amores de Sol y agua;
hundir mi nariz en ese jazmín, sus flores blancas:
aroma impregna dulzura, inspira la vida, alegría,
calma si es necesaria.
 Seba Muzzio.



Mburucuyá



Mburucuyá
admiro tu pasión por brotar en todos lados,
en cada rincón de la ciudad;
regalas tu flor, símbolo de la circularidad,
a varios insectos deseosos de tus nectarios;
para las pócimas que realizan magos con tus frutos,
con tus hojas: un té calmante de la ansiedad.
Siempre vuelves desde la tierra trepando
en toda reja, sobre otras plantas;
eres el palacio de orugas
que serán mariposas hijas tuyas,
Simbiosis mutual en esa junta.
 Seba Muzzio.

Reina.



La pequeña mantis, reina divina,
habita la cima de una planta poderosísima,
desde allí orquesta los designios del jardín,
los caminos de la vida.
 Seba Muzzio.


De la familia
de las Aguas
soy primo rana
del Humedal
estrella fugaz
piramidal
marciana
rojo romboidal
bajo el Timbó
crece un hongo
enteogénico,
soy yo
junto a mi carpa
y su bagaje
cósmico estelar
soy Sebastián.
 Seba Muzzio.

Polillas




La Madre Tierra me contrató;
las cláusulas del acuerdo fueron:
plantarás, sembrarás, recrearás la vida;
tu parte: el fruto jugoso, también seco;
usarás sus semillas para introducirte en la circularidad;
podrás navegar su cielo claro, sus aguas eternas,
volver a puerto, zarpar de nuevo,
simbiotizar con el cuento.
Una polilla diurna traerá el mapa, en sus alas dibujado,
para encontrar el tesoro más anhelado:
que se pose en mi dedo y luego levante vuelo.
 Seba Muzzio.

  Pájaro de río soy yo, remo, nado y llego a los sueños, orillas blandas, frescas, intuición. Pájaro de río, tordo, río embravecido,...