Las lechugas de agua llegaron a la costa
empujadas por la corriente,
el río las mantiene allí,
formando un jardín flotante.
La costa, resquebrajada por las crecidas,
por las bajantes, denota:
en su primera capa, arcilla pura
que en terrones cae;
más arriba, arena mojada
sosteniendo a la playa;
de finos cristales pedregosos,
amarilla-azúcar a mis pies relaja
y cuando suba esa pendiente soleada,
encontraré a los árboles
amenizando el parador
con la sombra que generan sus copas;
hay Sauces, ceibos, un jacarandá, timbós y curupíes;
al lado, las mesas, las sillas y las parillas;
luego, hay césped hasta llegar a la arbustada
que bordea a una gran laguna,
portón hacia el Humedal,
puerta la inconciente,
portal a los sueños,
al otro lado de la mente.
Seba Muzzio.
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