Tu brisa terrosa, suave, me toca,
rompe durezas, basuras energéticas
que se acumulan alrededor del núcleo,
morada de mi alma, centro de la calma,
comando cristal recibe y rebota rayos de
cada guiño y cariño multiversal.
Vuelvo a mi eje, convivencia de la dualidad,
preparo el despegue, mi verde accionar,
medito mis males, para nunca más
volverlos a proyectar, vibro y los disuelvo,
cada día intento no dañar, construir el castillo
de arena, de intenciones y sueños,
del dormir, del despertar; si se derrumba
lo vuelvo a moldear con agua de río,
lágrimas, rocío humecta las paredes,
con el calor de mi sien cocino
hasta darle forma a la canción sanguínea,
transmutada en la alquimia
del bosque y la playa, mi ser y la lluvia,
el ver tiene música, canta con Sol,
con amigos y un fogón;
el tener será especial, una piña y una flor,
será simplicidad, hablar y escuchar;
frenético vaivén recorrerá la piel
cuando la fugaz estela traiga la señal
y el compost estelar regará el deseo
hasta que brote y suceda,
quemará temores,
las cenizas abonarán nuevas flores.
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