Los cardos me guían hacia la nave,
unos floreciendo, otros secándose,
así es el ciclo, dónde todo va a volver;
falsas acelgas, con sus estrellas de miel,
pueblan los bordes del camino, antes de ascender;
las salvias, reinas del monte,
son como arañas de verde porte,
cuidan las islas, perfuman desde las matas
con su fragancia a menta y limones;
los sauces, sostenes del enclave,
programan las coordenadas de este viaje,
se mecen con la brisa de la mañana,
tejen la red Humedal, que albergue la chispa
de vida, que vibra al ritmo fractal, que migra
desde la arboleda Paraná hacia tu pecho abierto
en la porosidad del cuento, corazón hablará
con esa Luz, que es amor de hecho, que es
humanidad
desde el fondo de la espiral hasta acá, se toca el
final
con el comienzo de lo que crearás.
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