martes, 1 de diciembre de 2020

Por el Lechiguanas voy remando

 

Marinero aprendiz, transité los rápidos,

el río picado hacia las cataratas,

cayendo al vacío, el lecho de la vertiente

me atajó en su colchón de agua;

igualmente prefiero riachos de olas mansas

como el Lechiguanas; jugar toda la tarde

tirándonos al cauce, chaleco salvavidas,

caminamos río arriba, chapuzón de alegría,

la corriente nos devuelve al campamento,

para volver a repetir la vueltita:

orilla contracorriente a pie, zambullida,

flotando, río abajo hasta nuestro árbol;

risas y Sol, irupé y laguna, encuentro fortuna;

canción de la Luna, florece el amor

en forma de amistad, siempre florecerá;

isla Charigüé, aquí todo va bien, volveré

a visitarte en esto bello arte de remo por

el Paraná grande hacia el sur, dejándome

llevar hasta la entrada de Los Marinos,

barcazas estacionadas; me curvaré

por la otra costa, dónde en bajante,

está esa playa virgen o llena de alisos,

buena parada para ir preparando el cruce

del Paraná Viejo y embocarle a esa entrada

camuflada, serpiente ondulada

que da vida a la comarca de un cuento

ilustrado por Raúl Domínguez; morador y pintor

de su flora y su fauna, de sus habitantes:

todos los personajes que la hacen brillante;

mi destino será, bajo un gran timbó ubicado,

antes que el brazo de agua Lechiguanas

se ramifique, dando vida al Lechiguanitas

correntoso, hacia una laguna que nunca visité.

 

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