Marrón, verde, celeste,
mi corazón se fortalece sintiendo al este,
con los ojos capta las acuarelas divinas
de un día en la isla,
con el alma absorbe la energía del Paraná,
cuando fluye en el arroyo:
el río arrulla con sus masajitos
de corriente abajo,
sentado en la orilla me pierdo de vista
en el goce solar,
del otro lado la Luna en su mitad
ya más gordita;
yo, aquí en el medio, sumergido
en el planeta, en el agua bendita;
el mecanismo que gira y marca otro día,
marca nuestro ser,
aquietados podemos notar
que el mundo digital nos tiene distraídos
y mueve nuestros hilos.
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