Curupíes, ceibos, sauces
amigos, en este, mi lugar,
en trance hacia la Eternidad;
el desenlace será enraizarme en el islote, casa flotante
y junto a ellos pasar las tardes,
tomar el agua del Paraná y lo que las nubes derramen:
almas volviendo al enclave, Señora Gea, en el ciclo
dónde todo va a transformarse;
de humano a rana, activo las ganas,
de bicho a árbol, reconectando,
de Mantis a garza, disolviendo la farsa,
de hormiga a víbora, ondulando la vida,
de cardenilla a raya, surcando las oscuras aguas,
de atajacaminos a duende, trazando los puentes
al mundo feérico del monte,
de Sol a flor, brillando de pasión,
de Luna a dulzura nectarial, en el cuenco de ipomeas albas,
abrirán cuando atardezca y mi alma las vea
blancas, enredaderas de río y camino marcado
por su resplandor “petalino”.
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