Cultivo
un huerto con variadas especies:
en
aquel árbol fructifica la realidad, jugosa-coloreada;
en
esa enredadera se desenlaza el comienzo;
el
helecho de la maceta deja caer sus hojas secas
y
pide agua todos los días para rebrotar reverdeciente,
expresa
que el final es la puerta para retornar;
ese
jardín seco de cactus y suculentas,
robusteciendo
la permanencia.
Un
cantero de calabazas sembré,
luego
de caer la flor, sus tallos
engordan
de dulzura y abundancia;
un
macizo de aromáticas circula su savia,
renovando
en su follaje la fragancia
y
el sabor frutal-anisado-terroso de esta vida infusionada.
Los
mini pensamientos y los grandes pensamientos
florecidos,
todos en el gran cantero de la ilusión;
forman
una bandada de colores enraizados
pero
que vuelan en sus semillas,
diseminando
soles, pintados por Madre Pacha;
en
su feria de renacimiento los regala
como
ofrenda y símbolo de cada nuevo día,
la
diversidad en armonía fertiliza al bulbo-corazón.
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