La zorrita
escurridiza, duenda del monte,
ella nos grita,
quiere comida;
sabe que
cocinamos ricos banquetes,
siempre los huele
a la distancia,
nos agradece,
también nos dice:
“esta es mi casa”;
compartimos con
ella, la isla tan bella,
le servimos un
plato, no la molestamos.
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