El río y yo, un amor eterno,
ramifica mi voz por sus nervaduras,
viajando en un tronco hasta
bajar en las islas, resonando
con el canto de los pájaros,
integrándose a su bando,
alado sueño que cultivo,
casa Humedal, Sauces abrigo,
ser uno más de ese país,
calles de agua, luz de ánimas,
puebla la noche su claridad
por la arboleda, por el alma.
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