lunes, 17 de junio de 2024


 

Naranjas y laureles, cargan mi carro,

ofrendas de los vergeles;

el Sol filtrándose por la frente dejará resabios

que harán crecer las ganas, disolverán amarguras,

un manantial fluirá desde la casa del alma

hacia todos los riachos de la máquina.

 

Naranjas y laureles,

nutrientes y sabor, aroma y dedicación;

“piantao” estaba y agarré el timón:

jardines, remo y poesía, río e isla,

canción de Luna, canción de Sol;

pincelada de estrella fugaz,

un tajo en la Eternidad, sangra fluorescente;

sus semillas de creación y amor,

de compost y continuidad;

fecunda a mi corazón

y al lecho del lago donde cayó.

 

Naranjas y laureles, la salud proveerse,

orgánicos placeres en huertas de ciudad;

unos años y la abundancia llegó:

los frascos y la alacena se llenaron,

los cultivos se diversificaron;

más colores, más sabrosa y completa la mesa,

más brillosa y alegre esta vida;

toma y da, en los surcos nacerá un mañana.

 

Naranjas y laureles, cargaré en mi carro,

de los huertos de mis clientes;

mano verde y contemplación

serán mis timoneles,

rodando de jardín en jardín,

acariciando a perros, plantas y gatos,

charlando con los vecinos,

compartiendo la flor de la beatitud

con la gente en las calles;

volviendo, tranquilamente, al hogar

con la paga y más: decenas de naranjas,

ramadas de laurel, mata de citronella con raíz,

brotes de malvón, maceta cónica encontrada,

frutos de banano de la zona.

 

Naranjas y laureles,

trazos de pinceles creando la rutina,

haciéndola linda como una obra de arte;

oleos voluminosos para todo instante;

efecto dominó,

se cae dentro mío la ficha del amor;

dejo de idealizar, comienzo a trabajar

movido por su fuerza sanguínea-estelar;

reacción en cadena,

el multiverso se pone a mi favor,

si no hago nada para impedirlo, será mágico;

la clarividencia y la sincronía

junto al dèjá vu y la intuición

serán más usuales formas de saber,

que todo va bien:

Cuando me equivoqué, alguien me ayudó

y ya me levanté, no lo olvidaré;

intentaré alinearme, por vos pediré,

mi mano siempre está si la necesitas.

 

Naranjas y laureles, voy de nuevo,

en los vaivenes de mi pedalear

se conjugarán con las herramientas

y mi cuerpo en espiral;

con un pie en el cielo y otro en la tierra,

para formar la nave que en el desierto vague,

buscando la flor, oculta en el “yo”;

conexión con el “somos”, somos orbes de Luz

flotando en la copa de los árboles más altos,

mirando con aprecio a ángeles subiendo,

humanos desatados, del velo que han puesto:

negación del amor, irradiando del pecho hacia toda entidad;

después que lo viví, me tengo que acordar,

ponerlo en práctica si empiezo a tropezar.


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