sábado, 22 de junio de 2024

 

De cara al Sol, empieza todo, al lado de una fuente:

lirios de agua, papiros enanos y una planta ondulada;

caracoles y malvones y la brugmansia, que llueve

con sus flores blancas, campanas estrelladas; es mi jardín:

huerta y Mantis, pimientos picantes, orejas de elefante;

refugio de mi ser, de mariposas y mis perros,

de ranas y colibríes, de pájaros y alguaciles,

de hormigas y salamandras; parejas entrelazadas

por un hilo de plata, que enhebra gran-mente-Gaia

y aparecen las naranjas, jugo y vitamina mantienen

la llama viva, el fuego de la inspiración para seguir

y advertir la belleza en cada gramo de luz, que viaja

hacia tu iris, creando este hermoso paisaje; y meter mano,

tierra y agua, maceta e hilera de siembra, siembra comarcas,

germinan aldeas de duendes y hadas para trabajar en comunidad;

el patio es una fábrica de vida, sueños, alimento; hacemos

bancos de madera, mesas, plantas, pan casero, nacen

insectos desde sus crisálidas; se estiran los lazos de mi espíritu

hacia cada rincón de la Pacha, se expande la conciencia

hacia todo fotograma de la realidad; la parte velada se revela,

en noches de rituales, pero nunca entera.


viernes, 21 de junio de 2024

 

Y ahora sí, miro el jardín, que es mi patria;

ahora es momento de la bandera en alto:

un árbol, es un curupí, lechosa savia;

una torcaza salta de allí hacia el naranjo,

siempre es así, árboles y pájaros;

amphelopsis, manto de hojas en la pared,

reviste este pequeño reino y en el invierno

se deshoja; antes dará su ofrenda roja

a mi visión y a la Pacha toda, será compost,

será otra historia; la lluvia escribe y el picaflor

marca el acento en los conceptos a destacar,

en esta obra sin final, solo con pausas para recargar;

horneros caminan de aquí para allá, el suelo miran,

encuentran frases para el poema; los chingolitos van

de a saltitos, traen ideas antes que sean olvidadas;

las ramas retorcidas del curupí forman un ojo;

a través veo la mariposa, danaus erippus, metiendo el pico

en flores de fuego; todo está floreciendo:

el cariño entre dos perros y yo, caricias y lengüetazos;

las stapelias otorgan estrellas naciendo, capullos por abrir,

atraerán a las moscas con su aroma llamador de esta troupe

alada, sin tanta fama como las abejas o los abejorros;

gnomos que merodean por los racimos de campanas rosas,

colgadas de la bignonia spectabilis;

espectáculo, patio con bosque e invernáculo;

casa en el árbol, sería completa la canzonetta,

que cada día yo cantaría desde la cima,

desde esa nave de madera; llevo los frutos, llevo las letras,

llevo la música, me sirvo un mate, serán poesías;

a más tardar, será una obra, será un libro embotellado,

así lanzado al espacio sideral, a la brecha con los demás;

con buenos deseos e imágenes que los puedan abrazar;

será un discurso que darán las plantas y el humano poco intervendrá;

bajaré a la huerta, buscando las hierbas aromáticas, poetizarán

la tarde en mi alma; iré hacia los cultivos de crasas y cactáceas,

la fuerza y los colores, en osmosis se integrarán a mi cuerpo;

cuerpo y mente enlazados por el espíritu, enraizados a Gaia

por las fibras luminosas, visitando la Infra tierra y su cuento

maravilloso; es como se diluye el tiempo y se estira el espacio

y el árbol se ondula, gesticulando y abrazándonos ante el vacío;

una Luz que alumbre este rinconcito, será una explosión de amor

y de conciencia: que la nada es el sustrato de la existencia

y crece la vida, armar y desarmar el rompecabezas;

te rompe la cabeza de tanto pensar en el origen:

¿por qué hay algo en lugar de nada?; en las savias está

la conexión con el envés, quizás solo sea lado y revés;

vamos a ver cómo es y luego seguiré amando, cocinar

el pan y despertar, atender tu llamado, ir juntos a algún sitio,

escuchar las gotas caer bajo la enredadera, escribo y es todo

una cadena o es una espiral como el caparazón del caracol,

girándose al infinito; y el colibrí, que ser tan fino, come de las flores,

así viviría: flor y una poesía; con mi tamiz atravesar playa, selva, mar;

cuando sale el Sol, viajar hacia cada corazón y cuando salga la Luna,

acunar angustias, miedos y oscuridad para dormitar en paz.


martes, 18 de junio de 2024

 

Las azucenas han cambiado su color,

del rojo al blanco, del blanco al rojo,

combinados, co-co-co-combinados;

las azucenas han cambiado su color,

del blanco al rojo, del rojo al blanco,

lo vi yo.

 

La azucena abrirá su flor, como un puente cruzaré el amor;

hacia el este espera un fogón y amores de agua, arena y Sol;

la mimosa cerrará su hoja, se contrae al rozarla suave

y la niebla traerá la duda que humedezca y nutra la pregunta;

y la Luna traerá la dicha, brillo llena la flor del malvón.

 

La azucena muestra su congoja, muere el ángel que cuidó esa rosa;

fueron años de capullo a flor, de perfume entre las espinas,

se esparcía llamándote a vos; que venías como un colibrí,

como una monarca o como hormiga,

la nariz hundías en su geometría sagrada-fractal;

medición de lo infinito es oxímoron;

fatal será la escisión de tu alma con el jardín del Sol;

el ángel que no pudo ser, fue oscuro y te invito a ver

del lado del ego sin flor; marchita tierra de dolor,

había un poco de placer a cuenta de entregar tu sien

cien veces a la depresión, la parca siempre merodeó;

un duende su pincel mojó, la paleta cromática te hechizó

de bosques, estrellas y río: comarca al lado del camino;

de brindis, música y reunión: el espíritu cerca del corazón.

 

Bulbo-pulpo de tentáculos verdes,

la azucena así emergió y ahora surge su vara,

que sostendrá tres flores, regalo del núcleo;

transmuta en pétalos y néctar toda su pasión

de lava y petróleo en el centro de la Tierra,

siempre en producción,

calentando y hechizando las semillas,

desde abajo para arriba el esplendor,

nutriendo las capas del limo,

fertilidad y cuna para la creación.

 

Azucena, a su cena picaflor:

succione el azúcar natural,

jugo floral de la campana roja y blanca;

llene su motor de amor en savia,

bata sus alas, un millón de aleteadas,

surque el jardín con su piel abrillantada

verde-azulada; pequeña hada-ave-mágica;

piquito polinizador desparrama

la continuidad en muchas plantas;

dicen, eres retorno de almas cercanas.




lunes, 17 de junio de 2024

 

Antes, siempre, las arrancaba

porque no sabía que eran plantas

nutricias de hadas, que llevan

la magia en sus alas;

ahora, las cultivo:

flor de fuego, lantana,

achira amarilla, malvavisco,

canario rojo, escoba dura,

clavel del aire, sunchillo;

las orugas se alimentan,

en sus cuerpos se fermenta

la alquimia dorada del Sol y la Pacha;

tejen su crisálida, cristal de meditación,

transmutan y se secan, vuelan;

mariposas llevando, su lema

de, colores fundidos como acuarelas;

trazos nítidos de la gran

inteligencia multiversal;

pintó con savia y sangre estelar

a cada esencia, a toda entidad;

cada teorema que quiere tocarla

también es un alma,

todo gestito de este jardín

en la trama sin fin.


 

Me pensaba epifito, como la orquídea,

alimentándome del aire y la humedad;

viviendo liviano en el bosque,

disfrutando la simplicidad;

amoldándome, como un liquen, al tronco

en Simbiosis mutual;

juntando agua de rocío en una cuenca floral,

sentándome

en la prístina hierba a contemplar;

pero sigo siendo humano, con mi carpa

y poco impacto habitaré el lugar.



 

Naranjas y laureles, cargan mi carro,

ofrendas de los vergeles;

el Sol filtrándose por la frente dejará resabios

que harán crecer las ganas, disolverán amarguras,

un manantial fluirá desde la casa del alma

hacia todos los riachos de la máquina.

 

Naranjas y laureles,

nutrientes y sabor, aroma y dedicación;

“piantao” estaba y agarré el timón:

jardines, remo y poesía, río e isla,

canción de Luna, canción de Sol;

pincelada de estrella fugaz,

un tajo en la Eternidad, sangra fluorescente;

sus semillas de creación y amor,

de compost y continuidad;

fecunda a mi corazón

y al lecho del lago donde cayó.

 

Naranjas y laureles, la salud proveerse,

orgánicos placeres en huertas de ciudad;

unos años y la abundancia llegó:

los frascos y la alacena se llenaron,

los cultivos se diversificaron;

más colores, más sabrosa y completa la mesa,

más brillosa y alegre esta vida;

toma y da, en los surcos nacerá un mañana.

 

Naranjas y laureles, cargaré en mi carro,

de los huertos de mis clientes;

mano verde y contemplación

serán mis timoneles,

rodando de jardín en jardín,

acariciando a perros, plantas y gatos,

charlando con los vecinos,

compartiendo la flor de la beatitud

con la gente en las calles;

volviendo, tranquilamente, al hogar

con la paga y más: decenas de naranjas,

ramadas de laurel, mata de citronella con raíz,

brotes de malvón, maceta cónica encontrada,

frutos de banano de la zona.

 

Naranjas y laureles,

trazos de pinceles creando la rutina,

haciéndola linda como una obra de arte;

oleos voluminosos para todo instante;

efecto dominó,

se cae dentro mío la ficha del amor;

dejo de idealizar, comienzo a trabajar

movido por su fuerza sanguínea-estelar;

reacción en cadena,

el multiverso se pone a mi favor,

si no hago nada para impedirlo, será mágico;

la clarividencia y la sincronía

junto al dèjá vu y la intuición

serán más usuales formas de saber,

que todo va bien:

Cuando me equivoqué, alguien me ayudó

y ya me levanté, no lo olvidaré;

intentaré alinearme, por vos pediré,

mi mano siempre está si la necesitas.

 

Naranjas y laureles, voy de nuevo,

en los vaivenes de mi pedalear

se conjugarán con las herramientas

y mi cuerpo en espiral;

con un pie en el cielo y otro en la tierra,

para formar la nave que en el desierto vague,

buscando la flor, oculta en el “yo”;

conexión con el “somos”, somos orbes de Luz

flotando en la copa de los árboles más altos,

mirando con aprecio a ángeles subiendo,

humanos desatados, del velo que han puesto:

negación del amor, irradiando del pecho hacia toda entidad;

después que lo viví, me tengo que acordar,

ponerlo en práctica si empiezo a tropezar.


sábado, 15 de junio de 2024


 

Vaya dónde vaya, siempre estaré orbitando alrededor de la Luna,

mire dónde mire, lugar equidistante con el Sol.

La Luna está en su mitad inclinada, alineada con la playa,

el Sol está en el norte, atardece y aquí crece la conjunción:

río, arena y viento, ya no hay lamento, solo entendimiento

de la finitud, de lo artificial que quieren implantar;

de la amistad con la fuente primordial que dobló al junco

con su soplar, que es brisa de reflexión, también de pasión;

ribera, sonrisas acuíferas, atmosfera de paz, poderse encontrar,

perderse buscando el sentido, ver una hendija de luz arco iris,

asomar la mirada por la ruta soleada, gran jardín que es la Pacha

y encontrar ese otro hueco oscuro: el vacío que nos sostiene,

sustrato de muchos versos, versiones de la misma materia,

plastilina de vida, ¿quién la podrá amasar?, ¿la intención o el azar?

El amor y la destrucción como un ying y un yang.

 

Ven, te veo, ¿me ves?,

ven, te quiero, verde

es mi paisaje, de agua

es mi linaje, anfibio de laguna,

Humedal fortuna encontré

con el bote, derivando

como un camalote

hacia el sur, encorvando,

siempre al filo, en la puerta

de “Los Marinos”, ondulando

por el “Lechiguanas”, arribando

“Pueblo Charigüé”, aquí todo va bien,

continuando hasta “El Rancho

de los Zorros”, entre el “Paraná Viejo”

y “El Saco”, acá me planto, amarro;

por la isla siento devoción,

descargo mi bagaje, largo viaje

flotando y remando, enciendo un fuego,

acomodo los tantos, descorcho un tinto,

cocino algo rico, extiendo la cama,

ya cae la noche, escucho a mis primas:

un coro de ranas.


sábado, 8 de junio de 2024

La Cala negra de la familia, libro digital editado por Desnudo Editorial.

 En el mes de mayo del año 2024, Marcelo Milman Pilnick a través de su editorial "Desnudo", edita mi último libro de poemas titulado: "La Cala negra de la familia", en versión digital, tanto en formato e-Pub y PDF. El libro, en principio, puede solicitarse en la página de la editorial: https://www.desnudoeditorial.com.ar/2024/05/

y tiene un costo de $2000.



Nuevo poemario: La Cala negra de la familia.

 

Oh, amigo

te veo perdido,

te ofrezco mi abrazo, te doy mi abrigo,

calor de Luz que arrope del abismo.

Nos devolvió la mirada,

oscura como la Nada,

que traga y deglute todo,

hasta lo eterno,

que igualmente se recrea sin fin.

Viajaste a otros mundos y tiempos,

regresaste aquí con alguna lección,

sobrevolar la Eternidad no es color de rosas,

sino más bien: fluorescencia de estrellas,

negrura espesa que se ondula,

déjà vu de ritos pasados,

sangre y traición, muerte y creación.

El ojo será telescopio de la vida,

receptor de intuición mi cuerpo entero:

percibí que volveremos lumínicamente

siendo orbes de amor, seres del cosmos,

habitual pasión de transformación.


  Alimentado a pucheros, voy, creando un mundo nuevo, guiado por el Sol y el lucero, en noches de expansión miro al cielo, dibujo y ...